El ser humano neurótico consume semanalmente unas 35 horas semanales en dormir, 60 en trabajar, 16 en discutir con los seres humanos que le rodean y el resto, una 57 horas, a menesteres varios. Este es mi grupo, sin lugar a dudas. No es que sea un estajanovista o que ame perdidamente el trabajo o que no se me ocurra nada mejor a qué dedicar el tiempo, es que me sale así, como a Jessica Rabbit ser sexy.
El día que el ser humano neurótico se queda sin la sección trabajo pasa repentinamente a disponer de 60 horazas a la semana que antes no tenía, lo cual le abre un mundo de posibilidades. Si encima el neurótico ha pasado años añorando un poco de tiempo libre para "hacer cosas", tener una agenda abarrotada de quehaceres se convierte en una obligación estresante, atenazante, ¡por dios cómo voy a estar yo sin hacer nada! Siempre siguiendo el afán práctico que preside este blog, paso a dar unos consejos prácticos, basados en la experiencia, sobre lo que se puede hacer cuando se ingresa en la compañía con más trabajadores de Españistán: el paro.
Las obligaciones del desempleo son escasas. Básicamente se reducen a darte de alta en el INEM, cerrar bisnes con tu ex-empleador y buscar trabajo. Las dos primeras están muy reguladas y es por ello la tercera la que marca la diferencia entre el buen y el mal pasar. De la cosa del INEM ya hablé en mi última entrega así que huelga continuar, no merece más comentario. El cierre con el ex-empleador, es decir, que te den la pasta de la indemnización, es también un tema de regulada coreografía y que suele fluir con suavidad, particularmente cuando el representante del ex-empleador no parece entender muy bien tu cese. Ahora, la búsqueda de empleo tiene su aquel.
Para buscar curro hoy en día hace falta un ordenador y metodología. Nada como la lista de contactos del Linkedin, es más, nada como el Linkedin que funciona de maravilla. Uno debe sistemáticamente tocar a todos sus contactos y conocidos, e-mailes por aquí y por allá y alguna que otra llamadita a los conocidos. Hay que hacer ruido. Las cosas van llegando. El problema es que esta actividad dista mucho de llenarle a uno nueve horas al día, bastante si llega a tres. ¿Qué hacer entonces con el tiempo restante?
Un ordenador ofrece muchas posibilidades, hay prensa, juegos y cantidades ingentes de porno que ayudan a pasar un rato. Luego están las tareas domésticas, ahoraverástodoloquesepuedehaceryquébien, sevaaenterarestadeloqueeseficiencia, te dices. ¡Error! Descubres que no es lo mismo plancharse una camisa de vez en cuando que planchar TODAS las camisas, que no es igual cocinar un fin de semana que ocuparse de la logística de TODA la semana y prefiero no hablar de aspiradoras y demás lindezas del hogar. Agotador. Todo esto lo puedes aderezar con la radio. Yo es que soy muy radiofónico, de toda la vida de Dios. Tengo la casa llena de aparatos de radio que enciendo a la vez en varias habitaciones para no perder ripio. Desde que sintonicé en todos la misma emisora la cosa va francamente bien. Escucho la cadena SER. ¿Por qué la cadena SER? Pues porque me acostumbré a Iñaki Gabilondo hace muchos años y ya me da pereza cambiar, por más que Gabilondo lleve unos cuantos años retirado de la radio. Empieza la cosa con la intensa información mañanera convenientemente sesgada según la línea editorial de la cadena; más o menos lo que hace Fedeguico Jiménez Losantos pero sin insultar y por tanto sin acabar en los tribunales. En algún momento entre las ocho y las nueve, no sabría decir cuando, Pepa Bueno saca algo que llama "las voces de la crisis" o algo así y que básicamente consiste en que parados de larga duración, a veces en condiciones precarias, cuentan su deprimente experiencia a quien quiera escucharlos. Vamos, justo lo que necesitas oir cuando te acabas de afiliar al INEM. Pero es igual, yo tengo la radio hasta cuando dan información deportiva, algo que odio profundamente y que de manera inconsciente se me va metiendo en el cerebro de manera que al final soy, inesperadamente, capaz de conversar con un taxista sobre la marcha del Atlético de Madrid o hacer como si tuviese una opinión formada sobre los demoledores efectos que está teniendo Roura al mando del Barça, como si me importase un pito.
Además de radio y tareas domésticas incluyo en mi lista de actividades un rato para el ejercicio físico. De hecho un rato bastante largo, alrededor de un par de horas. Vengo haciendo unas tres sesiones de pesas y corriendo entre 20 y 30 kilómetros cada semana lo que ha obrado en mi los siguientes cambios: pérdida de volumen sagital, incremento de perímetro pectoral, mazamiento discreto y un sorprendente bronceado extemporáneo que se explica por el hábito de la carrera matutina que siempre te da un punto de color. En resumen que desde que estoy en paro mi calidad de vida ha subido lo que no está en los escritos.
Lo creáis o no, todavía me queda un rato para buscar trabajo. Eso sí, a la televisión ni me acerco, es una vida de perros.
La internet es que da para todo... |
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