Tras 12 horas de vuelo, unas cuantas dormido gracias al uso de esas substancia maravillosa que me descubrió J y que se llama "Dormidina" aparecí por la Capital del Plata. La vez anterior no, pero en esta ocasión sí que me han empezado a demostrar los argentinos que el hecho de ser mitad españoles y mitad italianos tiene las consecuencias nefandas que cabría esperar. Me ha costado dos horas, dos, salir del aeropuerto con ocasión de la patética organización del control de pasaportes. Un dolor.
A la salida al aeropuerto me esperaba el remesero, nombre que dan aquí a los conductores de esa especie de taxis privados que nos llevan a los de las empresas y que son más baratos que un taxi normal, que con todo y GPS tuvo serios problemas para llevarme del aeropuerto a Recoleta, el recoleto barrio a semejanza del de Salamanca de Madrid, en el que los extranjeros somos alojados y por donde podemos circular sin temor a ser desbarrigados al objeto de hurtar nuestros bienes por parte de los componentes de los estratos más menesterosos de la sociedad argentina. Decidido a hacer una vida lo más normal posible he colocado mi ropa en el armario, me he vestido para la ocasión y he salido a correr. No contaba yo con varios elementos que jugaban en mi contra, a saber:
- Ayer estuve de tomas con F y J y para variar me excedí.
- Había dormido unas cuatro horas en posición sentado.
- La diferencia horaria de 4 horas con Europa, mi habitat natural (lamentablemente).
- 33 °C y un 90% de humedad relativa.
Todo esto ha hecho que la carrera, pese a transcurrir por una planicie, se me hiciera un poco cuesta arriba. He llamado a P para contarle mis proezas y a cambio de eso me ha echado una bronca de reglamento por inconsciente que me ha provocado una reflexión que mejor me la callo por lo que pueda pasar.
Siendo como es día feriado, me he decidido por feriar yo también así es que tras adecentarme después de la carrera me he ido a recorrer un poco Buenos Aires. Calculo que habré caminado unos 10 Km más pero eso sí, bien chulo, sin una puta guía ni un miserable plano de la ciudad, mirando con suficiencia y atendiendo solicitudes de direcciones de los paisanos con un "mi no comprrrende" que con las gafas de sol y las playeras Green Coast que me compré para escándalo de mi hija adolescente, me queda muy convincente. He estado en la famosa Plaza de Mayo donde las famosas madres y más tarde famosas abuelas clamaban por sus familiares vilmente asesinados por los militares golpistas (esos gobiernos de derechas que le gustan tanto a alguno que yo me sé), que ahora han sido reemplazadas por los veteranos de la Guerra de las Malvinas, un asunto muy de actualidad por estos lares. Parece ser que a los veteranos en cuestión los tienen olvidados y muertos de asco y necesidad, algo por lo demás, bastante corriente en el país y que no sé si estará relacionado con el 50% italiano pero seguro que el 50% español tiene mucho que ver.
En fin que he caminado mucho pero he cenado divinamente así que os voy a dejar. La semana pasada hice un tour de ciudades horrorosas. Estuve en Glasgow, que es feo como el culo de un mandril, y en Copenhague, que es una ciudad insulsa, donde los restaurantes son carísimos, la gasolina va a 2 leuros y encima hace un frio que pela. Por cierto que también estuve correteando por aquellas calles, seguro que mi madre lo encuentra súper-exótico, tanta carrera internacional.
La Casa Rosada, que tanto había visto yo en la tele. La Kirschner no vive aquí. No me extraña. |