Yo que siempre he sido persona de iglesia he de reconocer
que en Roma me encuentro en mi salsa. Totalmente. En Roma se encuentra la madre
de todas las iglesias, que habría dicho el malogrado Sadam Hussein. Y junto a
esta madre espectacular, absolutamente la versión eclesiástica de una MILF, hay
un rosario interminable de hijas, hermanas, cuñadas, sobrinas, primas y
ahijadas de todas las iglesias. No hay una sola que desmerezca. Cada iglesia de
esta ciudad cuenta con un encanto especial, unas pinturas, unas esculturas,
unos retablos, lo que sea, todo ello espectacular. Impresionante. Para colmo el
encanto de estas iglesias no es como esos recoletos templos románicos
castellanos que cuentan con un bajorrelieve, una escultura del siglo séptimo,
detalles en fin todos ellos para conoiseurs. No es así aquí, no, aquí es un
despliegue apabullante de arte, es, cómo diría yo, es como comparar la cadena
de televisión franco-alemana Arte con los canales de Mediaset (la televisión de
Berlusconi). Todos los zafiotes ineducados somos capaces de reconocer que en
estas iglesias hay mucho arte. Viene a ser como comparar el “Como me la
maravillaría yo” de Lola Flores con el “Nómadas” de Franco Batiato.
Con eso y con todo mi favorita sigue siendo San Pedro y
hacia allá arreo siempre que me es posible. La entrada a San Pedro es
complicada si eres como yo, una neurótica impaciente, pero si como la vez
anterior cae una tromba de agua o si se madruga pertinentemente, cosa fácil
para las neuróticas porque sólo dormimos cinco horas, es posible llegar y besar
el santo.
Entré en San Pedro con paso firme, con la clara intención de
hablar de nuevo con Dios y efectivamente, allí que me lo encontré. El cabrón me
estaba esperando – es omnisapiente- y para ello había adoptado la apariencia de
Joaquín Arribas López y se había acomodado junto al sarcófago acristalado del
papa Gregorio.
- - ¡Hola Dios! - Le dije. Veo que sigues por aquí.
¿No te cansa el paisaje?
- - ¿Cómo me has reconocido con tanta facilidad? Me
respondió Dios desentendiéndose de mi requerimiento.
- - Pues mira, hay varios motivos. Para empezar
Joaquín Arribas López no está en Roma, está en su casa, lo sé porque hablamos
anoche. Además él siempre va muy afeitadito y aseado, no con esa barba de tres
días y esa pinta de yonki que te has puesto, que desde aquí te huelo los
sobacos. Para colmo, Joaquín Arribas no se pondría jamás un chandal azul marino
con tres rayas blancas de la marca “Adedos” del mercadillo de Vicálvaro. No sé
quién te hace de asesor de imagen pero yo que tú lo largaría.
- - Pues fue Lu, que andaba de buen rollo y me dijo
que nos íbamos a divertir con esto.
- - ¿Lu-cifer? ¿Te ha tomado el pelo Lucifer? No me
lo puedo creer.
- - No. Lu-is. Concretamente San Luis de los
franceses que ayer se estiró y montó una fiesta en Nôtre Dame. Mucho vino pero
muy malo, nada de Grand Cru de Burdeos. Lo siguiente al tetrabrik.
- - La culpa es tuya por crear a los franceses. No
hacen más que dar problemas, menudo invento. De todas formas no entiendo porque
siendo el Todopoderoso andas en esas cutreces. Tú tenías que ir a fiestas
distinguidas en la Costa Azul y esas cosas.
- - Ya, ya, como que me iban a dejar entrar. Esas
las organiza Pedro y son súper-exclusivas.
- - ¿San Pedro?
- - No hombre, no, Pedro Botero, el de los cuadros
de gordos.
- - Me pierdo…
- . Joder macho, yo sabía que te había hecho
limitado pero no tanto. Pedro Botero, Leviatán, Belcebú, El Ángel Caído, el
Yang, mi partenaire, el malo. Ese hace unas fiestas que te cagas, con un
alcohol de primera, unos aperitivos deliciosos y unas chavalitas imponentes.
Como el muy capullo me tiene tanto asco invita a toda la corte celestial menos
a mí.
- - A ver, a ver. Que yo sepa, Botero es un pintor y
escultor colombiano que pinta y esculpe gordos y gordas. El otro es el diablo
conforme a la nomenclatura de mi abuela. Por otra parte me gustaría que me
explicases por qué te tiene ese asco.
- - Son el mismo bobo, el pintor y Leviatán son el
mismo. Mira que eres poco observador, cojones. Respecto a lo del asco es que no
puede soportar no ser él el dueño de la finca.
- - ¿De qué finca?
- - De esta en la que estamos. Al tío le gusta a
rabiar porque está muy bien situada y es muy soleada pero nunca se la quise
vender y no lo puede soportar. Me las hace de todos los colores, me tiene
sobornado a la mitad del personal, lía a los guardias suizos para que se
sodomicen unos a otros, mete mano en la Banca Ambrosiana, se carga al que me
sale honrado, en fin, de locura. Pero yo nada, como quien oye llover. Aquí con
mi Palio de Bernini, mi Piedad, mis papas momificados. A mí es que me gustan
los placeres sencillos.
- - Ya te veo, ya… ¿Oye y nunca sales a dar una
vuelta a ver qué se cuece por ahí fuera?
- - ¡Buah! Para lo que hay que ver mejor me quedo
aquí. Pero sí salgo, sí, ya te digo que ayer mismo estuve de farra en Nôtre
Dame y todos los años veo a un pariente que tengo en La Meca. Qué dices de mi
pero el de La Meca… ese sí que es un desastre. No te digo más que un día se
pasó con la bebida y prometió 72 vírgenes a los que defendiesen su causa y para
cuando se le pasó el resacón le habían liado una de agárrate y no te menees con
bombas y decapitaciones y guerras santas. Y el muy bobo en lugar de retractarse
no se le ocurre otra que prohibir el alcohol. No veas la que tienen liada. Un
puto desastre, ya te digo.
- - Bueno Dios, te voy a tener que dejar porque ya
está llegando el avión y tengo que terminar. De todas formas te quería
preguntar si como, según parece, puedes adoptar la apariencia que desees, en
fin que si no podrías recibirme la próxima vez con la apariencia de Elisabeth
Hurley, que me gusta mucho más que la versión roñosa de Joaquín Arribas.
- - Pues poder podría, si te digo la verdad, pero
¿sabes qué?
- - ¿Qué?
-
- - Que no me da la gana.
Y mi frustración y yo nos fuimos de San Pedro para seguir
andando por el mundo real.
En fin, como imagen de Dios no lo veo mal pero por algún motivo se la relaciona más con la imagen del diablo. Ellos sabrán. |