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viernes, 19 de julio de 2013

Conversaciones en la catedral

Yo que siempre he sido persona de iglesia he de reconocer que en Roma me encuentro en mi salsa. Totalmente. En Roma se encuentra la madre de todas las iglesias, que habría dicho el malogrado Sadam Hussein. Y junto a esta madre espectacular, absolutamente la versión eclesiástica de una MILF, hay un rosario interminable de hijas, hermanas, cuñadas, sobrinas, primas y ahijadas de todas las iglesias. No hay una sola que desmerezca. Cada iglesia de esta ciudad cuenta con un encanto especial, unas pinturas, unas esculturas, unos retablos, lo que sea, todo ello espectacular. Impresionante. Para colmo el encanto de estas iglesias no es como esos recoletos templos románicos castellanos que cuentan con un bajorrelieve, una escultura del siglo séptimo, detalles en fin todos ellos para conoiseurs. No es así aquí, no, aquí es un despliegue apabullante de arte, es, cómo diría yo, es como comparar la cadena de televisión franco-alemana Arte con los canales de Mediaset (la televisión de Berlusconi). Todos los zafiotes ineducados somos capaces de reconocer que en estas iglesias hay mucho arte. Viene a ser como comparar el “Como me la maravillaría yo” de Lola Flores con el “Nómadas” de Franco Batiato.

Con eso y con todo mi favorita sigue siendo San Pedro y hacia allá arreo siempre que me es posible. La entrada a San Pedro es complicada si eres como yo, una neurótica impaciente, pero si como la vez anterior cae una tromba de agua o si se madruga pertinentemente, cosa fácil para las neuróticas porque sólo dormimos cinco horas, es posible llegar y besar el santo.

Entré en San Pedro con paso firme, con la clara intención de hablar de nuevo con Dios y efectivamente, allí que me lo encontré. El cabrón me estaba esperando – es omnisapiente- y para ello había adoptado la apariencia de Joaquín Arribas López y se había acomodado junto al sarcófago acristalado del papa Gregorio.

-       - ¡Hola Dios! - Le dije. Veo que sigues por aquí. ¿No te cansa el paisaje?

-      - ¿Cómo me has reconocido con tanta facilidad? Me respondió Dios desentendiéndose de mi requerimiento.

-      - Pues mira, hay varios motivos. Para empezar Joaquín Arribas López no está en Roma, está en su casa, lo sé porque hablamos anoche. Además él siempre va muy afeitadito y aseado, no con esa barba de tres días y esa pinta de yonki que te has puesto, que desde aquí te huelo los sobacos. Para colmo, Joaquín Arribas no se pondría jamás un chandal azul marino con tres rayas blancas de la marca “Adedos” del mercadillo de Vicálvaro. No sé quién te hace de asesor de imagen pero yo que tú lo largaría.

-       - Pues fue Lu, que andaba de buen rollo y me dijo que nos íbamos a divertir con esto.

-      -  ¿Lu-cifer? ¿Te ha tomado el pelo Lucifer? No me lo puedo creer.

-      -  No. Lu-is. Concretamente San Luis de los franceses que ayer se estiró y montó una fiesta en Nôtre Dame. Mucho vino pero muy malo, nada de Grand Cru de Burdeos. Lo siguiente al tetrabrik.

-       - La culpa es tuya por crear a los franceses. No hacen más que dar problemas, menudo invento. De todas formas no entiendo porque siendo el Todopoderoso andas en esas cutreces. Tú tenías que ir a fiestas distinguidas en la Costa Azul y esas cosas.

-       - Ya, ya, como que me iban a dejar entrar. Esas las organiza Pedro y son súper-exclusivas.

-       - ¿San Pedro?

-      -  No hombre, no, Pedro Botero, el de los cuadros de gordos.

-       - Me pierdo…

-       . Joder macho, yo sabía que te había hecho limitado pero no tanto. Pedro Botero, Leviatán, Belcebú, El Ángel Caído, el Yang, mi partenaire, el malo. Ese hace unas fiestas que te cagas, con un alcohol de primera, unos aperitivos deliciosos y unas chavalitas imponentes. Como el muy capullo me tiene tanto asco invita a toda la corte celestial menos a mí.

-       - A ver, a ver. Que yo sepa, Botero es un pintor y escultor colombiano que pinta y esculpe gordos y gordas. El otro es el diablo conforme a la nomenclatura de mi abuela. Por otra parte me gustaría que me explicases por qué te tiene ese asco.

-       - Son el mismo bobo, el pintor y Leviatán son el mismo. Mira que eres poco observador, cojones. Respecto a lo del asco es que no puede soportar no ser él el dueño de la finca.

-      -  ¿De qué finca?

-       - De esta en la que estamos. Al tío le gusta a rabiar porque está muy bien situada y es muy soleada pero nunca se la quise vender y no lo puede soportar. Me las hace de todos los colores, me tiene sobornado a la mitad del personal, lía a los guardias suizos para que se sodomicen unos a otros, mete mano en la Banca Ambrosiana, se carga al que me sale honrado, en fin, de locura. Pero yo nada, como quien oye llover. Aquí con mi Palio de Bernini, mi Piedad, mis papas momificados. A mí es que me gustan los placeres sencillos.

-       - Ya te veo, ya… ¿Oye y nunca sales a dar una vuelta a ver qué se cuece por ahí fuera?

-       - ¡Buah! Para lo que hay que ver mejor me quedo aquí. Pero sí salgo, sí, ya te digo que ayer mismo estuve de farra en Nôtre Dame y todos los años veo a un pariente que tengo en La Meca. Qué dices de mi pero el de La Meca… ese sí que es un desastre. No te digo más que un día se pasó con la bebida y prometió 72 vírgenes a los que defendiesen su causa y para cuando se le pasó el resacón le habían liado una de agárrate y no te menees con bombas y decapitaciones y guerras santas. Y el muy bobo en lugar de retractarse no se le ocurre otra que prohibir el alcohol. No veas la que tienen liada. Un puto desastre, ya te digo.

-       - Bueno Dios, te voy a tener que dejar porque ya está llegando el avión y tengo que terminar. De todas formas te quería preguntar si como, según parece, puedes adoptar la apariencia que desees, en fin que si no podrías recibirme la próxima vez con la apariencia de Elisabeth Hurley, que me gusta mucho más que la versión roñosa de Joaquín Arribas.

-       - Pues poder podría, si te digo la verdad, pero ¿sabes qué?

-       - ¿Qué?
-    
  -      - Que no me da la gana.


Y mi frustración y yo nos fuimos de San Pedro para seguir andando por el mundo real.


En fin, como imagen de Dios no lo veo mal pero por algún motivo se la relaciona más con la imagen del diablo. Ellos sabrán.

sábado, 13 de julio de 2013

En pelota picada

Una característica de nuestra sociedad es el pudor. Lo hay de muchos tipos pero yo quiero centrarme hoy en el más divertido, el que se relaciona con mostrar las carnes. La vergüenza a que se le vean a uno ciertas partes de la anatomía no viene de serie sino que es algo aprendido. Lo aprenden los críos a partir de cierta edad, probablemente enseñados por sus padres y los adultos que les rodean. Tambien tiene una influencia muy fuerte el sexo, de manera que las tías se ven muchísimo más afectadas por los pudores que los hombres, una barbaridad más. Las mujeres sienten pudores de ponerse en bikini en una playa, de que se les vea el trasero, de que se les vea una arruga, un michelín, cosas invisibles...

En realidad todo ello es un absurdo, uno grande. Entre las cosas tontas que hace el ser humano, ponerse un traje de baño para remojarse en una playa ocupa sin duda un lugar de privilegio. Claro que lo mejor es cuando ves al individuo/a que acaba de bañarse y realiza todo tipo de maniobras extrañísimas y complejísimas para ponerse un bañador seco porque ir mojado es molesto. Una de las más afamadas fotografías de Angela Merckel va de esto. Por eso las playas nudistas son un lugar que me agrada, se puede uno bañar en pelotillas que es muy placentero, y se ve mucha menos tontería que en las playas normales. A veces se escucha el comentario sobre lo "antiestético" de ver a personas con edad, con grasas, con toda esa serie de elementos contrarios al estándar oficial de belleza humana, enseñando las vergüenzas. En fin, lo primero es que no están enseñando nada, simplemente no lo esconden; lo segundo es hacer el caldo gordo a todo este rollo de los cánones estéticos que tanto daño hacen, véase la anorexia. En el fondo de lo que se trata es de ocultar la realidad, "a mí me ofende mucho y me da mucha vergüenza porque me han dicho que esto es malo y nunca me he planteado por qué lo es". Los michelines, las arrugas, las tetas caídas y demás lindezas son cosas humanas y cuanto antes las aceptemos como normales mejor nos irá.

A nadie sorprenderá si digo públicamente que servidor es lo que se dice "un desahogao". En general no tengo problema para despelotarme donde sea necesario y venga a cuento, lo cual me ha generado alguna que otra censura. En cierta ocasión estaba en una playa de Fuerteventura con amigos y dije "en esta isla todas las playas son nudistas ¿no?" dicho lo cual me despojé de lo mío y me puse a hacer las cosas normales de la playa en pelotillas. El tío de la pareja de amigos con la que nos encontrábamos se unió inmediatamente a mi opción pero las chicas se quedaron bien tapaditas las dos, no fuera a verlas nada el varón de la pareja contraria. Yo no lo entiendo pero debe ser que soy un poco torpe.

En otra ocasión me cambié de bañador, como la Merckel, en una playa de la Costa Brava, pero lo hice así, tal cual, sin albornoz, ni toalla, ni nada. Esto me supuso una desaprobación (suave) "qué te va a ver C" a lo que yo contesté que no creía que fuese C a descubrir nada que no conociese salvo quizás el hecho de que su marido tenía el pajarito más grande que yo, lo cual supongo le resultaría indiferente o todo lo más le produciría una cierta satisfacción. Hasta mis amigos me riñeron por andar en pelotillas por un vestuario en el que podía ser visto si entraba una mujer, qué triste.


Esto lo hacen mucho los alemanes aunque nadie ha podido demostrar que el culo sea de Angela

lunes, 8 de julio de 2013

Domingo chungo

Me ha vuelto a ocurrir, me he quedado solo y ocioso en Roma. Y como no, he seguido un patrón similar al de la última vez, a saber. En primer lugar me fui a correr. La mañana era soleada, muy, muy soleada. Y húmeda. Parecía aquella comparación del calor de Madrid con el de Barcelona; al igual que en esa historia, aquí la temperatura es más baja que en Madrid pero es un calor mucho más húmedo, como el de Barcelona. Con semejante panorama mi saludable sesión de carrera callejera se convirtió en una sesión de tormento terciadita. Yo que de natural soy dado a los sudores, con un ambiente como aquel ni te cuento. Al borde de la deshidratación volví al apartamento. Según llegué me metí al cuerpo un par de litros de agua, no exagero.

Repuesto del soponcio di en irme a pasear por la ciudad: pizza en "The mirror", Isola Tiberina, Ghetto (que como su nombre indica es el barrio judío de origen medieval de Roma). El día amenazaba tormenta, confirmando el pronóstico del yahoo weather. Una de esas tormentas de verano que se dan los días de calor sofocante como ese domingo. 

La pizza bastante bien, en el interior del local con el alivio del tenue aire acondicionado. Terminada la pitanza me dirigí a la Isola Tiberina. Una iglesia tan preciosa como todas las de esta ciudad donde se nota que no hay tradición de saquearlas, y un lío que tienen organizado con un festival de cine del que no he llegado a enterarme muy bien. Perdido el entusiasmo con la isla me dirigí al ghetto que es el nombre original del barrio y el que se utilizó posteriormente para designar algún lugar de infausta memoria. Me puse a caminar por callejas diversas y me di cuenta de que estaba en el Ghetto cuando vi el primer restaurante kosher. Me pareció una zona muy hermosa y muy agradable de pasear. En esto andaba yo, valga la redundancia, cuando la anunciada tormenta empezó a materializarse. Primero unas gotillas que rápidamente se transformaron en gotorras y al punto en chorros y chorrazos. No veía yo llover así desde que casi se inunda Buenos Aires conmigo dentro hace más de un año. Huyendo del diluvio di en refugiarme bajo un andamiaje en un pasaje compartido con unos veinte turistas, todos bien apretaditos. Por cierto que las primeras gotas coincidieron con los primeros pakis ofreciendo paraguas, los mismos que llevaban toda la mañana ofreciendo parasoles. Debí pasar cerca de media hora evitando el agua como buenamente pude. Aún así, algo me cayó. Acabado el jarreo y con lluvia suave, opté por continuar mi paseo. Andaba por Campo de Fiori cuando tuve la divina inspiración, nunca mejor dicho, de darme una vuelta por el Vaticano. La entrada a la Basílica de San Pedro es algo normalmente arduo porque varios cientos de miles de turistas intentan hacer lo propio, motivo por el cual no había vuelto hasta ahora. Sin embargo el domingo calculé que la lluvia habría dispersado a los turistas y que lo mismo se podía entrar. Efectivamente así fue, apenas quedaba nadie a las puertas y pude entrar en San Pedro sin problemas.

San Pedro es impresionante. Es lo más del mundo en iglesias, todo impactante, de principio a fin. Pero yo tenía muy claro lo que buscaba, buscaba a Dios y allí que me lo encontré. Tenía apariencia de señor de cierta edad, sin barba ni nada así, calvete. Se apoyaba en la barandilla que impedía el paso del público al palio de Bernini. Me acerqué a su lado y entable conversación:

- Hola Dios, tú por aquí...
- ¿Y donde mejor? Aquí me siento como en casa. Además con este tiempo...
- Qué me vas a contar, menudo diluvio ha caído.
- Bueno, tampoco te pases. Lluvia fuerte pero lejos de un Diluvio. Te lo dice un experto.
- Ya. Oye llevo tiempo queriendo preguntarte algo...
- Dispara.
- Todo este Cristo que hay montado de matanzas, malas vidas, sufrimientos y eso, ¿tiene algo que ver contigo?
- Ni de coña. Ya sé que tú clases de religión poquitas pero de lo del libre albedrío te acordarás...
- No me jodas con el libre albedrío Dios, eso es una excusa barata, siempre has tenido fama de ser un tipo muy directivo.
-¿Yo? Ni de coña chaval. Te voy a contar algo en confianza. Me aburría y me puse a hacer unas magias y como el resultado era vistoso me fui viniendo arriba hasta que empecé a jugar con barro. Hice un par de mierdas y se me fueron de las manos, de lo demás no sé nada. Te lo juro. Ellas solas lo liaron todo.
- Pues macho, para ser omnipresente y todopoderoso eres tan desastre como yo.
- Claro, yo me reflejo en mis criaturas.
- Qué rollo tienes... Oye me estoy cansando de tanto cura y tanto incienso, ¿te apetece que tomemos un copazo por ahí y seguimos hablando de teología?
- ¡Bufff! Es que hace muy malo. Aquí hay un vino de misa muy rico, si quieres...
- No me jodas tío, no seas cutre. ¡Vino de misa!
- Es que salir a la calle a estas horas...
- ¿Sabes qué te digo? Que eres un fatuo y un falso como todos estos que trabajan aquí así que me voy solo.
- Te advierto que me reflejo en mis criaturas y que tú eres una de ellas.
Entonces miré fijamente a los ojos de Dios, me puse muy serio y le dije: "Es posible, pero yo soy muy guapo" y dando media vuelta enfilé el camino de la calle.

Tras la charla con Dios me paré en un bareto del Trastevere a tomar una caipirinha. Después me colé en el tranvía, quiero decir que no pagué el billete, y me trasladé a mi casa de la Vía di Monteverde. Una vez en casa decidí estrenar la súper-bañera con un baño de espuma. Mi amigo J me preguntó si eso de tomar un baño de espuma no era como cosa de maricones. Estuve de acuerdo pero ya le advertí que lo acompañaba de un burbon por aquello de "machificar" el tema; J me alabó la idea indicándome que si en lugar de burbon hubiese animado el baño de espuma con chapán rosa la cosa habría sido más preocupante.

Bueno, pues así pasa la vida en Roma...

Mi precario refugio durante el diluvio


Ademdum

Antes que nadie se me tire al cuello:

1.- Lo de hablar con Dios es todo inventado. Yo sólo hablo con personajes imaginarios cuando escribo, por la calle y en las basílicas soy muy formalito.

2.- Evidentemente ni J ni yo ni nadie que se llame amigo mío tenemos ni hemos tenido jamás nada en contra de los homosexuales, ni tampoco a favor, sencillamente con quien se mete uno en la cama es cosa de cada cual y nadie es quien para juzgarlo (salvo si son menores de edad). Eso no quita para que entre machotes de Madrid nos traigamos ese tipo de conversaciones, faltaría más.  

miércoles, 3 de julio de 2013

Sorrento

He estado en Sorrento. Sorrento se encuentra en la bahía de Nápoles, justo en frente de la ciudad, a unos 250 Km por carretera de Roma. Hay una autopista que te cagas de buena y bastante más barata que francesas o las españolas, la camorra napolitana gestiona muy bien.

Sorrento está en un lugar privilegiado, en una península escarpada, cubierta de bosque mediterráneo (sin quemar, no como el nuestro) que produce un hermoso contraste entre el verde de la vegetación abundante, el marrón de los riscos y el azul del mar. Desde Sorrento hay una magnífica vista de Nápoles con el Vesuvio a su espalda; se ve también la isla de Capri, famosa para unos porque se llama como la heladería de al lado de su casa, para otros porque se llama como un famoso modelo de coche de la casa Ford y para alguno por las juergas que en su día organizaba Tiberio, segundo emperador de Roma, hijastro de Augusto. Tiberio era un tipo que en un momento dado decidió que le diesen morcilla a la gloria de Augusto, al Imperio Romano y a su jodida madre y que se estaba mucho mejor en Capri entregado a los placeres lúbricos que haciendo política en Roma. A mi esto antes me parecía mal pero la verdad es que a estas alturas le comprendo al tipo. Además de todo esto, Sorrento es un clásico del veraneo como lo son Niza o San Sebastián, un sitio donde la gente bien iba a veranear desde principios del siglo XX. También es el lugar en el que transcurre una parte de "El tango de la guardia vieja", la última novela de Arturo Pérez Reverte.

A la espalda de Sorrento hay una cordillera y del otro lado cae sobre el mar en lo que se conoce como "costa amalfitana", así llamada por ser Amalfi la ciudad más importante, una antigua república marítima, breada por corsarios sarracenos. En general es como de cagarsen de bonito. Lo malo de todo esto es que como son lugares tan clásicos, son caros en semejante proporción. Así es corriente encontrar cochazos carísimos aparcados a la puerta de hoteles que te cobran de 600 a 1200 euros por noche. El tipismo hace que aquello esté tomado por hordas de turistas entre los que destacan por abundancia y notoriedad (no veas si meten ruido) los norteamericanos. Al final todo acaba convirtiéndose en una especie de cosa plasticosa y prefabricada orientado a colocarle el souvenir al turista, todo como falsote y forzado. Eso sí, el paisaje es el que es, no lo han destrozado, no han levantado torres de apartamentos y todo se conserva no muy diferente de como lo debía ver Tiberio Claudio Nerón entre cogorza y cogorza.

Ayer por la mañana estaba apoyado en la ventana del hotel rural en el que me encontraba, mirando el verde de los olivos, los pinos, limoneros y demás verduras de la zona que enfilaban hacia el mar y la silueta del Vesuvio detrás. Respiraba el aire limpio y escuchaba a los pajaritos. De fondo en la habitación hablaba la TVE. "Españoles en el mundo". Entre pajarito y pajarito escuché que a un invitado le preguntaban cuando tenía intención de volverse a España y yo contesté sin que me hubiesen preguntado "¿Pero hay que volverse?"


Amalfi