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lunes, 30 de julio de 2012

En mi piscina

Estoy de vacaciones, ese periodo recurrente en la vida de los afortunados que tenemos trabajo en el que se nos sigue pagando el sueldo sin necesidad de que hagamos nada a cambio. Siendo este mi primer día me encuentro en un cierto estado de desorientación y lo único de lo que soy capaz es de repetir mis usos y costumbres del fin de semana veraniego. Una parte sustancial de estos es bajar a la piscina de mi casa.

La piscina de mi casa es bastante normal. Una pileta terciada en una zona ajardinada, con una serie de parasoles estratégicamente distribuídos en los que nos dejamos caer los vecinos co-propietarios y nuestros invitados para refrescarnos, tomar el sol y en fin atender a todas aquellas actividades que hacen más llevadero el estío.

En estas estaba yo esta mañana, con la vista fijada en la apasionante historia que me brinda mi libro electrónico, "El abuelo que saltó por la ventana y se largó" de un tal Jonas Jonasson, fresco del baño reciente y disfrutando de la sombra y el murmullo piscinero que tanta sensación de verano me produce. Con eso y con todo no puede uno evitar bajar de vez en cuando el libro y dar una pasada visual por el personal circundante, con especial atención al personal femenino. Sé que es algo muy reprobado por las mujeres en general pero las hormonas son las hormonas y luchar contra la naturaleza siempre me ha parecido una estupidez, particularmente si el impulso natural no tiene mayores consecuencias. Así me encontraba yo alternando la literatura con la etología cuando he localizado una vecina que ha llamado mi atención. Resultaba bastante pija lo cual no es ninguna novedad ya que una proporción importante de mis vecinos entran en la categoría de los que se compraron un piso y creyeron pasar a una casta superior, pobres bobos. La vi atendiendo afanosamente a tres niños gritones, presumiblemente sus hijos. La chica debe frisar la cuarentena, morena, con buena planta. Me llamó la atención que, al contrario de lo que hacen la mayoría de mis vecinas, esta no se ocultaba detrás de pareos o sayones, antes al contrario, llevaba un bikini marrón de reducidas proporciones que sin embargo no le impedía jugar el papel de madre laboriosa, permanentemente centrada en la atención de sus criaturas. Les atendía en el baño, paseaba con uno colgado sobre la cadera, se ocupaba de que no se sobrexpusieran al sol... agotaba verla. La súper-madre era delgada, pero en el desarrollo de su actividad se ápreciaba una cierta blandura de carnes y especialmente un acúmulo de celulitis sobre los cuartos traseros. Digamos que mi vecina sería una chica de bandera en la liga de las vecinas de la piscina pero que estaría en el furgón de cola de las macizas de manual. Su aspecto y su actitud son los ideales para ser públicamente admirada por sus amistades y vilipendiada por la espalda por las mujeres de su entorno que resaltarán sin duda esas celulitis y esos temblores en los muslos cuando marca el paso con uno de sus vástagos a cuestas. Supuse que mi vecina tiene un marido ausente habitualmente de la casa familiar, con un trabajo muy absorbente al tiempo que muy bien pagado. Se han distribuido así los papeles: él gana dinero a espuertas y ella se ocupa de los niños y la casa. Parte de su papel incluye el mantenerse atractiva pese a las reiteradas maternidades y al paso de los años y como reafirmación personal exhibe su éxito en forma de un culo que los hombres de la comunidad miran de soslayo cuando piensan que sus esposas no les ven y con una manera de desenvolverse que incomoda a estas por su falta de recato. Mi vecina, que no conoce el día a día de su esposo pero le imagina frecuentemente en contacto con mujeres más jóvenes que ella y adornadas por flamantes títulos universitarios y cargos empresariales, se afana por estar guapa para él, por ganar su atención y por resultarle más seductora que todas aquellas con las que diariamente se cruza. Para ello cuida lo que come y lo que bebe, no comete excesos, elige los modelos de su vestuario con cuidado y se empeña en tener la casa perfecta. Mi vecina se desvive por resultar atractiva a los ojos de su marido y no se da cuenta de que resulta atractiva a los ojos de todos los amigos de la urbanización pero ya no a los de su marido. Desde hace algunos años.


Los apacibles domingos en la piscina de mi casa. Encuentra a la vecina.


domingo, 29 de julio de 2012

Baloncesto

Estoy viendo el baloncesto. España - China. Ganan los míos 51 a 39. Segundo cuarto, la cosa pinta bien. Yo que nunca he sido de ver deportes en televisión sin embargo con el baloncesto es diferente, me gusta de siempre. En los 80 llegué incluso a ir con F y una novia mía que tenía yo a mirar los partidos del Real Madrid y de la Selección  a algún bareto de Huertas. El caso es que después de aquello fui perdiendo el interés y dejé de verlo, yo creo que dejaron de televisarlo. Ahora que lo voy retomando echo de menos a Corbalán, Iturriaga o Romay. A Fernando Martín no, poque ya sé que la diñó hace años, creo que por el shock de refocilarse con Anita Obregón. El caso es que veo fundamentalmente a la selección y luego, cuando veo jugar al Madrid, me descoloco mucho porque resulta que todos esos chicos tan majos a los que jaleo y que tanto me gustan, resulta que los cabrones son del Barcelona lo que me crea un conflicto psicológico-sentimental que al final me retrae de ver los partidos de la liga. Soy la vergüenza de la afición madridista.

En fin que aquí estoy viendo al chinito Chen, al chinito Juan (le habrá puesto el nombre un misionero, como a aquel que se llamaba Pilarín Kao) y a un montón de chinitos más que yo no sé de donde los habrán sacado y que no alcanzo a imaginar qué habrán hecho con ellos. Siendo los chinos gentes de naturaleza menuda y de estatura más bien reducida y conociendo la sensibilidad democrática y humanitaria del país, no me sorprendería saber que en un momento dado el komitern decretó que una serie de comisarios políticos recorriesen el país con gente armada para buscar niños chinos con gigantismo. Para dejar bien claro a los niños que les separaban de la familia para siempre, la gente de armas asesinaría en su presencia (la de los niños) a padres, hermanos y lo que pillaran. Considerando que el gigantismo en China debe ser a partir de 1,73 m, no dudo que a los chinitos los colgasen de una barra con los pies lastrados. Aparte, claro, de sobrealimentarlos con proteínas. Sólo así me explico que juegue un chino de 2,21. Chino, chino, no es un etíope nacionalizado ni nada por el estilo.

Los chinos, un país nacionalista de siempre, resentido con el mundo por las tropelías que se les han hecho, y conscientes ahora de su poderío económico, se han convertido en un monstruo que se sabe fuerte y que actúa como un auténtico déspota. Lo último que he sabido de ellos es que se han pasado por el arco del triunfo de manera pública y notoria todas las leyes de patentes y toda la protección internacional de los medicamentos y me imagino que de todo lo demás. Hoy los chinos juegan al baloncesto. Han montado un equipo que creen poderoso, han puesto los jugadores más altos y se han comprado un entrenador americano y aquí los tienes, jugando contra Españistán, un país pequeño que se han comprado en unas rebajas.

A ver si ganamos.

PS: Acabo de ver que el chinito Juan en realidad se llama Wang. Es que el comentarista habla igual de clarito que yo.


Back on the road

No, no voy a escribir una entrada en inglés, ni mucho menos. Hay gente que vive en la creencia de que es un idioma en el que me desenvuelvo como pez en el agua pero no es verdad, lo que ocurre es que no tienen suficiente control del mismo para darse cuenta de los muchos errores que cometo. En realidad poniendo mii vuelta al camino en inglés sólo he querido darle un leve deje rockero y que leche, esto cada vez lo lee menos gente y no creo que llegue nunca a ser considerado literatura "de calidad" con lo que me doy el capricho y punto.

La vuelta al camino no quiere decir que esté a punto de volver a emigrar, ni mucho menos, tranquilos los familiares de mi mujer y mis hijos (los míos ya no se asustan de nada salvo por la parte que comparto con mis vástagos). En realidad lo que quiero es aprovechar que nominalmente estoy de vacaciones para reordenar mis cosas y volver a las buenas costumbres. De entre las buenas costumbres perdidas hay dos que me atormentan particularmente porque me resiento de su ausencia, hacer deporte regularmente y escribir historias en este mi humilde blog. Esta mañana he tenido ocasión de atender a la primera, me he metido una overdose deportiva que me ha sabido a gloria: unos pocos kilómetros correteando por Tres Cantos y un partido de squash con mi querido J, quien había babeado bastante ante la expectativa de dedicarnos a cosas tan simples y que tanto gustamos los hombres de hacer en comandilla.

J solía escribir, muy bien por cierto, haciéndose llamar Carlos. Tiene su gracia. Digo solía porque el 22 de marzo de este año publicó la última y desde entonces. Yo también he disminuído drásticamente mi producción literaria por la misma razón que Carlos: tengo mucho trabajo que es, al mismo tiempo, la razón por la cual he disminuído drásticamente mi dosis de ejercicio. La diferencia entre mi amigo y yo es que él trabaja para sí, mismo, para su enriquecimiento moral e intelectual mientras que yo trabajo para el enriquecimiento de una familia que es quien posee la compañía para la que presto mis servicios y a la que me liga el hecho de que me paguen con alguna generosidad que sin embargo, comparado con lo que ellos tienen, no deja de ser una bagatela; todo es relativo en la vida.

Me he dado cuenta de que enajenarse es sencillo. Si te pones a trabajar puedes acabar haciéndolo durante 15 horas al día o más. Hay que poner coto y no perder de vista lo importante.

Aquí os espero...

sábado, 28 de julio de 2012

Insurrección

Llevo seis meses en Españistán y de vez en cuando me arrepiento, lo reconozco. Mantengo una extraña relación con Españistán: cuando estoy lejos lo veo una tierra de gente brava, que lucha contra viento y marea y que por más que insiste Dios en mandarle desgracias y castigos en forma de gobernantes (Dios es un tipo con un peculiar sentido del humor) ahi aguantan los españistanos, duros, nobles, valientes y resueltos. Sin embargo cuando me acerco mudo de opinión y encuentro que los españistanos en promedio somos gente ruín, egoista, miserable e incapaz y que lo que tenemos es lo que nos hemos ganado a pulso y con merecimiento. A diferencia de los franceses, que tanto nos inspiran lo queramos o no, aquí nunca fuimos capaces de cortar la cabeza del rey y mira que nuestro Fernando VII se lo merecía cien veces más que aquel pringado primo suyo, Luis XVI de Francia. Somos incapaces de reconocernos como pueblo, de perdonarnos y querernos unos a otros, de mirarnos con un poquito de orgullo, cariño y respeto, de aceptar nuestra casa común. A diferencia del anglosajón, que es lo que nos gustaría ser, somos conservadores, timoratos, incapaces de arriesgar y damos por sentado que el que está enfrente sólo quiere engañarnos y aprovecharse y a esa actitud la consideramos "ser listo". Sin sentido de nación aunque lo seamos, cegados por el miedo y la codicia ¿dónde queremos llegar?

En Españistán se nos han comido los listos y ha llegado la hora de hacer una revolución, la revolución de la gente honrada, de la que trabaja para ganarse la vida. Ha llegado el momento de ir con la verdad por delante, de dejar de buscar el chollo, de entender que el trabajo no es un castigo de Dios sino algo que tenemos que hacer para vivir, que el trabajo es honarado y que dignifica a quien lo realiza. Hay que dejar de tolerar la corrupción y a los corruptos, hay que dejar de mirar para otro lado, hay que limpiar la casa. Ya está bien de tonterías. Rajoy es un mierda y su gobierno una recua de incompetentes. Zapatero fue una lacra de este país. Los diputados hacen lo que hacen y cobran lo que cobran porque a muchos de ellos les importa un carajo el país, igual que a los senadores, a los alcaldes que nombran jefes de protocolo y gabinetes de prensa y a los usuarios de los 30.000 sí, sí, treinta mil coches oficiales que sostenemos los españistanos y las televisiones autonómicas y las megalomanías en forma de aeropuertos y autopistas y trenes de alta velocidad y centros culturales y de investigación científica. Todo eso cuya manutención nos está exigiendo privarnos de medicamentos, asistencia sanitaria en general, ayuda a nuestros discapacitados... Pero sobre todo y por encima de todo, esto ocurre porque los españistanos lo consentimos, tragamos con ello, entramos en el juego y sólo aspiramos a ser uno más de los que chupan del bote del gratis total. ¿Cómo es posible que un socialista diga que las cosas no se pueden autorregular porque somos malos? ¿No es indignante? ¿Quien es el "bueno" que nos tiene que regular? ¿Nadie se da cuenta que el problema no es la regulación sino el hecho de que no seamos suficientemente buenos? ¿Qué mierda es esta?

No hay que cortar carreteras, hay que tomar el Palacio de Invierno. No entremos más en su juego. No votemos sino a quien quiera cambiar la constitución. Dejemos de jugar a la lotería, dejemos la televisión pública de los caciques, saquemos nuestro dinero de los bancos, de la bolsa, de los fondos de inversión y de pensiones, vayamos contra el sistema que nos quiere esclavos hasta que caigan todos aquellos que se han aprovechado de él para vivir sin trabajar. Pidamos, no, exijamos la república, el fin del senado, que no haya más de mil parlamentarios, que se acaben las prebendas, los chollos, las antesalas, las excepciones, los besamanos, los abusos. Que todos seamos iguales de verdad, con los mismos derechos y con las mismas obligaciones. Que todos podamos llegar hasta donde queramos y seamos capaces. Que se deje de utilizar el miedo como arma. Que no se toque nuestra sanidad ni nuestra educación antes de haber acabado con toda esta porquería. Seamos dueños de nuestro país y de nuestro futuro.

¡INSURRECCIÓN!



domingo, 22 de julio de 2012

La crisis económica y la madre que la parió

He pasado otra semana, otra más, en la encantadora ciudad de Buenos Aires, capital de un país que llamándose Argentina, bien podría llamarse Crisislandia. Lo mismo ya lo he contado en alguna ocasión pero alli tienen una inflación del 25% anual (reconocida por el gobierno, que no necesariamente real) y se está barruntando una devaluación del 20 al 30%. Serio problema para mi amigo JC y para todos los extranjeros que cobran en pesos y necesitan enviar euros o dólares a otro país.

Cuando dejé Madrid, nuestro infausto gobierno había anunciado una colección de medidas con las que se meaba y se cagaba en su programa electoral. La verdad es que si tengo que elegir una perla entre todas cuantas soltaron no sé cual me gusta más, si el empujoncito que le han dado al IVA o si lo de meterles la mano en el bolsillo a los funcionarios. La campaña de navidad de este año va a ser gloriosa, no se va a vender ni papel higiénico. No es broma, he podido saber que tampones y compresas, por poner un ejemplo relacionado, han cambiado su IVA del 8 % como artículo de primera necesidad al 21% de los otrora artículos de lujo http://lavidaesunsusurro.blogspot.com.es/2012/07/mi-higo-y-yo.html Por lo visto, subir el IVA que hace un año era tan malo e iba a traer tantas desgracias, ya no lo es, antes al contrario, agradecidos y contentos tenemos que estar.

Durante estos días recibí comunicación de que el clan de los Provenchone en pleno se había ido de manifa y que mi amigo F está por la labor de sumarse a cortar la carretera de Colmenar con sus compinches del CSIC por la nadería de que lleva ya dos recortes de sueldo y el tercero empieza a asomar en lontananza.

Como no podía ser de otra manera, J, también conocido como Carlos, uno que escribía muy bien pero dejó de hacerlo, que es de natural tocapelotas, se ha manifestado contrario a que los del CSIC corten la carretera de Colmenar y le parece que esas manifestaciones son una añagaza de sindicalistas y rojos en general que no sirven sino para incrementar la ruina de España.

En fin, aquí dejo este espacio por si quieren unos y otros deleitarnos con su discusión. Yo personalmente y si a alguien le interesa, estoy más por tomar el Palacio de Invierno que por dejar que me sodomicen los cosacos que, según J, es lo que procede.