Hoy es 15 de agosto y eso en mi pueblo se solía llamar "la virgen de agosto". En Madrid son fiestas menores, se celebra la famosa (famosa por las zarzuelas) Verbena de La Paloma que permite a los sufridos indígenas capitalinos la conmemoración de sus santos de segunda línea, San Cayetano, San Lorenzo y La Virgen de La Paloma. Ojo porque estos santos, siendo menos universales que San Isidro, son tan relevantes para la ciudad como al PP sus secretarios generales y sus tesoreros. Ya no sé decir si están tan a por uvas como aquellos porque siendo yo poco de pedir a los santos no me siento capaz de juzgar la eficacia de los mismos. Son en todo caso unos santos que a mi me resultan simpáticos. San Lorenzo es un tipo al que unos malotes decidieron cocinar a la parrilla pero sin previa muerte o anestesia; carne fresca. Yo que soy de imaginación viva me imagino como se debe pasar amarrado a una parrilla con unas buenas brasas debajo y es que me dan mareos. El caso es que San Lorenzo, haciendo gala de un sentido del humor que para sí lo quisiera el campeón mundial de monólogos, no tuvo más salida que decir a sus cocineros "dadme la vuelta que por este lado ya estoy hecho". Impresionante, le faltó recomendar que le añadiesen un poco de tomillo y un chorrete de vino tinto. No sé si la historia será correcta pero así me la contaban en mi colegio tardofranquista y ciertas historias a ciertas edades marcan de por vida. La Virgen de La Paloma es ni más ni menos que la Madre de Dios, la de siempre, pero que la llaman así por el descubrimiento de un cuadro en el que aparece la susodicha rodeada de palomas blancas, las otras, las de color gris rata, no son adecuadas para la cosa sacro-decorativa. Este es el motivo de que haya en Madrid y sólo en Madrid, mujeres y niñas que responden al nombre de Paloma. San Cayetano no tengo la más remota idea de lo que hizo pero debió dejar boquiabiertos y patidifusos a los Duques de Alba, muy de Madrid ellos, porque anda que no le dan uso al nombrecito, con lo feo que es.
Pero bueno, yo iba a hablar de italianadas. Es que me ha sorprendido la reacción general del país en esta semana. Para mi el 15 de agosto, igual que el 15 de julio, eran días festivos básicamente en el calendario porque pillando en época tan vacionada son como menos relevantes. Pues aquí no. Aquí esta semana la llaman el ferragosto y es el momento de dejarse morir o desaparecer. Ayer sufrí una concatenación de cabreos por este motivo. El primero me vino al descubrir que el gimnasio estaba cerrado ¡Un gimnasio cerrado toda una semana! Eso en Madrid es impensable pero aquí pasa. Lo más grave fue que lo descubrí a las ocho de la mañana, con sudor de 5 Km de carrera encima y sin posibilidad de volver a casa a ducharme porque estaba en la hermosísima y sin par localidad de Pomezia, a treinta y tantos kilómetros de la Vía di Monteverde y a dos de mi oficina, donde me presenté con una facha infame, muy impropia de un señor dottore. Así pasa luego, que no me respeta ni la señora de la limpieza. Pero no era esta la única alegría que me deparaba el ferragosto. Unas horas después me encontraba discutiendo con dos individuos sobre la necesidad de venir al laboratorio el día festivo para "controlar el ganao". En fin, no quiero hablar aquí de detalles laborales pero lo cierto es que cuando uno trabaja con cosas vivas las fiestas del calendario no se tienen en cuenta, así solía ser en cuantos lugares he trabajado pero en Italia no resulta tan obvio.
Unas horas después tuve una procesión de personal despidiéndose de mi porque se iban de vacaciones. Creo que las próximas dos semanas estaremos la de la limpieza y yo como únicos habitantes de la fábrica. Como el respeto ya me lo ha perdido le voy a sugerir que nos vayamos a beber juntos hasta enfermar.
Como soy así de cabezón, esta mañana me he levantado a las siete y me he ido a trabajar, a controlar mi ganao. La ciudad está desierta como nunca la había visto. Creo que no pasan matojos de esos rodantes de las pelis del oeste porque no hay viento en absoluto, que si no seguro. Yo debía ser la única persona en todo el campus esta mañana y eso que hay un edificio entero de animalario pero ya les habrán explicado a los bichos que hoy es festivo, que procuren ser contenidos con el pis y la caca y les habrán dejado una estampita de San Antón. Bueno, está la excepción de los de seguridad pero yo creo que esos pertenecen a otra casta y han sido privados de derechos básicos.
Como esta tarde salgo de viaje, de viaje de trabajo no se me vayan a creer, hice amago de parar en mi centro comercial de cabecera, que está de camino a casa, con ánimo de comprar algún útil de aseo de pequeñas dimensiones, de esos que nos hacen llevar en los aviones para asegurarse de que no los hacemos explotar en vuelo. Bueno, en la vida había visto un centro comercial más cerrado. No se podía ni entrar al garaje, lo habían cerrado con unas persianazas de acero. Mira que los centros comerciales siempre están abiertos, al menos las cafeterías y restaurantes. Pues aquí nada, el ferragosto se respeta por encima de todo. Lo bueno es que ya sé donde tengo que buscar refugio el día de la epidemia zombi, no todo iba a ser malo.
En fin, aquí sigo, escuchando los grandes éxitos de Eros Ramazzoti mientras llega mi teki, otro desgraciado que tiene que trabajar el día más festivo del mundo, pobre.
El Trastevere desierto en ferragosto. Foto sin trucar. |
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