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lunes, 6 de enero de 2014

El Belén de Benito

Si al igual que yo pensabais que España es el país del mundo en el que más dura la navidad por aquello de los reyes magos, estáis muy confundidos. En Italia pasa lo mismo. ¡Ja! ¡Se iban a perder los italianos una exageración de semejante calibre, sí hombre! 

Resulta que el día 1 regresé a Roma, ahíto de comer y muerto de sueño pero contento ante la perspectiva de una vida ordenada y saludable. La verdad es que eso no me está resultando muy difícil dado que mi vida social por estos lares es mucho más reducida que en Madrid pero lo que he venido a descubrir con gran sorpresa es que estos italianos siguen con "las fiestas" igualito que nosotros. Lo que es el parentesco cultural, oye. Eso sí, aquí es un poco diferente, por ejemplo no hay roscón de reyes y los regalos para los niños es una tradición mucho más simple que se reduce a que los infantes cuelgan un calcetín y, si han sido buenos, lo encuentran a la mañana siguiente lleno de golosinas y si no lo han sido ¿de qué se lo rellenan...? Efectivamente, carbón. Pero como los individuos que se dedican al marketing y la publicidad están todos cortados con el mismo patrón ya procuran complicarlo para que las golosinas se conviertan en juguetes, ropa, aparatitos electrónicos, ferraris y esas cosas y que la infancia se extienda de los cero a los ciento cinco años, por qué no. Esta situación se junta con el comienzo de las rebajas que aquí es justamente al principio del año. Todos estos ingredientes me barrunto que son la causa del atasco monumental que se producía hoy en el centro de Roma. A mi es que me gustan mucho los atascos cuando voy paseando y no estoy atrapado en ellos. Los atascos en Roma son criminales, mucho peores que en cualquier otro sitio porque aquí no saben el significado de ceder el paso. De hecho aquí en lugar de "ceda el paso" es más bien "gánate el paso si ties cojones" así es que se lían unas que tiembla El Misterio. A mi me ha dejado muy impresionado ver a las ambulancias atrapadas en pleno atasco sin poder salir porque nadie era capaz de moverse. En los atascos españoles las ambulancias y la poli avanzan, despacito sí, pero avanzan porque la gente más o menos se va apartando pero aquí no se mueve ni Cristo. No es por mala fe, es que no hay donde apartarse porque la maniobra de ganarse el paso tiende a que los conductores ocupen cada resquicio de calzada e incluso de acera. Unos pocos de picoletos les soltaba yo a estos y verás si empezaban a respetar las normas de circulación.

Pero bueno, yo no había venido a hablar hoy del tráfico sino de belenes ¿y por qué de belenes? pues porque me quedé con las ganas de ver el belén del Vaticano que se supone debería ser el más del mundo. Antes de la navidad nos dirigimos insistentemente a la plaza de San Pedro que es donde estaba instalado, junto a un pedazo de árbol que al parecer donan todos los años no sé qué tiroleses. El árbol se veía, como para ocultarlo con lo grande que es, pero el belén estaba cubierto por una suerte de telón en tela de saco y no se veía nada. Esto da pie a mucho especular ¿Por qué está oculto? ¿Cuándo lo van a enseñar? ¿Habrán secuestrado al niño? ¿La virgen se habrá hecho punk? y en fin, todas esas preguntas lógicas y normales que le vienen a uno a la cabeza en estas ocasiones. Yo me paseaba por las iglesias romanas mirando belenes, por la cosa de saber si había belén en realidad o si lo tenían tapado con tela de saco por una parte y por otra por una curiosidad grande que tenía yo por saber si había vaca y burro o mula y buey que no me lo sé muy bien. La curiosidad del tapado viene directamente de la maniobra observada en el nacimiento del Vaticano, lo del interés por el ganado se deriva de un sesudo estudio realizado por el Sumo Pontífice Benedicto XVI que él mismo hizo público y que concluía con la determinación de que, en el portal de Belén, ni vaca ni burro ni ningún otro tipo de animal estabulado. Yo me acuerdo bien de esto porque fue motivo de gran escándalo en España. Siendo nosotros tan de las tradiciones y con el cariño que les tenemos a la vaquita y al burrito, quién no los ha puesto en su infancia en el belén de casa, que el Santo Padre nos quisiera liquidar la cabaña ganadera de un plumazo sentó fatal. La gente estaba perdida, debían seguir las indicaciones del papa pero esto era contrario a sus sentimientos más arraigados. Los hombres de Dios, sacerdotes y obispos, no sabían qué hacer ni qué decir, ellos están obligados a seguir las indicaciones del jefe pero claro ¿cómo va uno a cargarse la vaca y el buey del Nacimiento? Con el juego que han dado siempre estas figuras, sobre todo en el mundo rural. Pedazo de crisis. Pero el papa Benedicto XVI es alemán y ya sabemos que los alemanes no cambian de opinión así como así. Por eso estaba yo muy intrigado con los belenes de Roma, se supone que aquí está la casa matriz y que por lo tanto las directrices papales se toman mucho más en serio. Es como en esa historia de Astérix, "Los laureles del César" en la que Astérix le recomienda a Obélix que no se confíe con los guardias romanos de Roma, que no son como los de la Galia. Más o menos así lo veía yo, la gente de iglesia de aquí debe ser como más imponente que la nuestra, no sé, más serios, con más poderío... Bueno pues tampoco. Yo paseaba por Roma e iglesia que anunciaba Nacimiento, ahí que entraba yo a inspeccionar. Tras visitar unas ciento sesenta y tres mil cuatrocientas treinta y tres iglesias aproximadamente, un número reducido pero representativo del total de iglesias de la ciudad, llegué a dos conclusiones que desde aquí quiero hacer públicas:

  1. La tradición local es que no se enseñe el nacimiento hasta el día 24 por la noche. He visto iglesias en las que estaba todo montado pero faltaba el Bambino Gesu en su cunita. Supongo que en lugar de taparlo con un saco lo dejan ver, piden donativos y el día de autos colocan al niño y todos contentos.
  2. Todos los nacimientos que vi contaban con sus respectivos ejemplares de las cabañas bovina y caballar. Al papa no lo toman en serio.
Hoy, pasada ya la navidad y con un día soleado de suave temperatura, hemos ido en familia a ver el Belén de los belenes. Efectivamente allí estaba, le habían quitado la tela de saco ¡qué emoción más grande! ¿Tendría molino? ¿Correría agua por el pueblo? ¿Habría muchos elementos animados? ¿Sería un idiorama maravilloso?

¡Nada! ¡Un cagarro! Una estampa del portal con un San José que parece que está hablando de fútbol, una virgen con aire institucional, un niño que parece un enano hipofisiario y un montón de reyes magos y adoradores diversos, sin rastro de vacas, bueyes, burros o purasangres, todos abigarrados en un espacio ridículo que más que una estampa del nacimiento de Cristo parecía una foto de las rebajas del Media Markt. Ya digo, una birria.

La enseñanza que he sacado es que aquí hasta los curas son romanos, es decir, que tienen su jefe y eso pero hacen lo que les sale de los cojones así que siguen con su asno y su buey en el Nacimiento como siempre fue y el Santo Padre que diga lo que quiera. Además ¿no se había jubilado? Pues eso.


Así, sin asno ni buey, queda soso

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